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Finanzas Retrógradas

25 Feb

Soy fanática del conocimiento. En mi vida he explorado al menos una veintena de terrenos de conocimientos diferentes, que van desde la tecnología, pasando por el maquillaje, el baile, el tarot y la astrología. Conozco claramente la diferencia entre difuminar y dar profundidad en un rostro, tanto como conozco la diferencia entre astrología y horóscopo.

Con respecto a esto último, considero que el terreno esotérico es interesante, pero depender de ello para cada paso que das, es como responsabilizar al gobierno de todas las decisiones que tomas: Es una locura basada en fanatismo irracional. Conozco personas que ni siquiera se visten  sin escuchar primero al iluminado del momento, ese que te habla a ti de la misma forma como les habla a todos con los que compartes el signo zodiacal.

Y en este terreno entran, irónicamente,  las finanzas. Por poner un ejemplo, hay astrólogos de renombre que dan recomendaciones financieras en función de la posición de los planetas, como si de verdad conocieran de lo que están hablando (sobre todo que el código de ética financiero indica que no puedes recomendar a vox populi, porque cada bolsillo es diferente). Las finanzas son un tema que más tiene que ver con la manera particular de vivir y pensar de un individuo específico, que una consecuencia directa del movimiento de los planetas.

Suerte-Dinero

Dentro del terreno de mi responsabilidad, que son las finanzas, puedo decir que no hay aspecto planetario positivo que pueda con una persona que se gaste todo lo que gana, que no planifica y que ni siquiera ahorra. De la misma manera, no hay finanza retrógrada que hunda a alguien que lleva el control de sus cuentas, decide sus inversiones tomando en cuenta las variables económicas en lugar de las celestiales y que aprende todos los días acerca de cómo manejar su dinero eficientemente.

En fin, no hay finanzas más retrógradas, que aquellas que se toman con irresponsabilidad, así como no hay astrología más respetable, que aquella que conoce los límites de su injerencia.

Auge y Estancamiento de los títulos universitarios… ¿Qué hago ahora con este diploma?

17 Feb

Todos los que nacimos en los últimos 50 años parecemos tener un compromiso, casi moral, con nuestros padres: Obtener un título universitario. Es como si quedara sobre nuestros hombros la tarea de vengar las limitaciones educacionales de comienzos del siglo XX que nuestros padres y abuelos sufrieron. El tema es que hoy el título universitario ha dejado de cumplir la función para lo cual fue hecho, y muchos salen de las universidades con pocas o ningunas de las garantías que solía tener un egresado en el siglo pasado.

Desempleo Ilustrado

Todo movimiento social responde ante una situación económica, y la educación no se escapa de ello. El  primer cambio en las formas de producir se realizó hace unos doce mil años con la denominada revolución agrícola. En este momento el sueño de todo padre era que su hijo se asentara y tuviera un espacio de tierra donde producir sus alimentos. Hace 12mil años la consigna era “tener tierra para ser próspero”

La segunda ola fue en el siglo XVIII. La revolución industrial se caracterizó por la masificación de la producción y la creación de sistemas de fabricación que requerían de mano de obra eficiente, lo que trajo como consecuencia el abandono de los campos y las movidas demográficas hacia los centros productores. Supongo que en ese momento el sueño de todo padre era que su hijo saliera del campo y formara parte de las grandes filas de obreros con jornadas hasta de 12 horas. En el siglo XVIII la consigna era “ser obrero”.

Y luego apareció la tercera gran ola, hace apenas unos 100 años, o menos!  La revolución tecnológica  significó la sofisticación de las ya existentes maquinarias, quienes no sólo realizan actividades rutinarias sino también interactúan con el usuario. El ícono de esta era la marcó la computadora, y con ella la reducción al mínimo del esfuerzo físico por una supremacía de la actividad intelectual. Este hecho generó de forma conjunta la masificación de la educación, que antes era privilegio de las familias adineradas. En esta era, del cual tú y yo formamos parte, la consigna era «ser profesional”, pues el título universitario era un estatus intelectual, que fácilmente se traducía en mejor calidad de vida.

Graduado sin Trabajo

Pero llegamos al siglo XXI, y el título universitario es más algo que obtenemos por cumplir los deseos de nuestros padres, y no porque nuestra calidad de vida esté asociada a ello. A estas alturas, el número de egresados universitarios es mayor a la capacidad que tienen las empresas de emplearlos. Solamente para el sector salud hay 28 millones de egresados a nivel mundial, y en algunos países como Estados Unidos la educación universitaria es la mayor deuda que una persona posee. La juventud universitaria se enfrenta a una de las más terribles crisis: El desempleo Ilustrado.

Por suerte, ahora entramos en una era completamente digital, donde las barreras geográficas se rompieron y estamos interconectados todos, sin importar distancias ni idiomas. La ignorancia de los nuevos tiempos la marca el acceso a internet, pues esta representa la puerta para la educación gratuita, el intercambio de conocimientos y la conexión social con quienes puedes intercambiar tus talentos, sin depender de un empleo físico. Existen líderes y empresarios digitales que hacen millones con sus dones, desde Mark Zuckerberg con Facebook, pasando por un niño de 8 años que vende canicas, hasta un rapero como Psy que dio la vuelta al mundo el año pasado con su Gangnam Style, en sólo 6 meses y un billón de visitas en Youtube. Así que si tienes hijos pequeños o adolescentes y quieres que tengan una mejor calidad de vida, incentívalos a estudiar en la universidad por placer y no por un título para tener un trabajo, puesto que la independencia financiera será para quienes desarrollen los talentos digitales, como parte de la generación de los millenials!

Video en Youtube acerca de la Generación de los Millenials: La Era Digital

El aumento de salario: ¿Hasta qué punto es verdad?

30 Ene

Cada vez que escucho a la gente hablar de aumentos de salarios mínimos, siempre quedo con la misma sensación que indignación y lástima: asalariados tan inocentes y tan nobles al mismo tiempo!

Cuando las personas reciben un salario, solamente están recibiendo un número, que nada tiene que ver con el ingreso real. A “real” me refiero a la capacidad de comprar cosas o servicios con ese dinero. Si tuviéramos que restarle todo lo que disminuye su valor real, nos diéramos cuenta que, aunque existan aumentos de salario, podemos estar recibiendo menos. Pero, ¿Cuáles son esos agentes come-ingresos?

1.  La inflación: No es lo mismo un aumento de salario, que una indexación de salario.

El factor de diferencia es el índice inflacionario existente desde el último incremento del ingreso. Ejemplo: Si en enero 2012 yo ganaba 100, durante los siguientes 12 meses mi país de residencia tuvo una inflación de 10% acumulado y en enero 2013 me dicen que tengo un incremento salarial de 15% (es decir, que ahora gano 115), entonces tengo que restarle la inflación para saber qué parte es sólo indexación, y qué parte es aumento de verdad.  Por alguna extraña razón (que podríamos llamar ignorancia financiera), algunas personas se dejan confundir entre incremento y aumento: incremento salarial es la representación numérica mayor, mientras que aumento es valoración financiera mayor. Siguiendo con el ejercicio anterior, de ese 15% de incremento (mayor número) tengo un 10% de indexación (ajuste por inflación, para que yo pueda seguir comprando lo mismo que compraba el año pasado), y sólo un 5% es realmente un aumento (mayor valor).  Entonces, la próxima vez que te hablen de un “aumento”, detente a sacar estas cuentas, determina cuanto es indexación y cuanto es aumento, y párate con seguridad ante tu empleador y exige que las cosas sean llamadas por su nombre!

Inflación

 

2. Los impuestos:

Los impuestos son deducciones de tus ingresos, que debes pagarle al gobierno si o si (por algo se llaman impuestos!). Aunque los impuestos cumplen una función de mantenimiento del entorno en el que te envuelves (vialidad, seguridad, servicios sociales), en realidad son un conjunto de disminuciones de los ingresos solamente para quienes perciben salarios. Las empresas, que son entes financieros, contratan a expertos en impuestos que los ayudan a reducir a su máxima expresión, y en un entorno de legalidad total, la cantidad de impuestos que pagan, así que es casi imposible que sus desembolsos impositivos sean proporcionales a sus ingresos, de la manera como son los tuyos.  A tus ingresos se les deben restar básicamente dos tipos de impuestos: sobre la renta y sobre el valor agregado (IVA).  Por ejemplo: si mi salario es de 100 y en el país de residencia hay un IVA de 15%, es probable que se me vayan 15 solamente en impuestos al valor agregado, que pago cada vez que compro algún bien o pago un servicio. Adicionalmente, al finalizar el año debo pagar los impuestos sobre la renta de esos mismos 100 de salario, que pueden ser de un 30% aproximadamente, es decir 30. Al calcular cual fue mi ingreso verdadero, me encuentro con la sorpresa de que mis ingresos fueron solamente de 100-15-30= 55 solamente… ¿ahora ya entiendes porqué con un salario nunca vas a lograr una fortuna financiera?

impuestos y salario

 

Como siempre digo: sólo podemos controlar lo que medimos. Así que si quieres hacerte responsable de tus finanzas, primero debes sacar la cuenta de cuánto es tu verdadero ingreso, que nada tiene que ver con tu salario! Luego de eso, ya tendrás más claro el panorama y podrás comenzar a planificar cómo utilizarlo racionalmente, porque conoces con exactitud el monto que ingresa, y se queda, en tu bolsillo.